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domingo, 9 de agosto de 2015

Mojito: diplomacia, Hemingway y Bond

El 20 julio fue una jornada histórica: Cuba y Estados Unidos reabrían sus embajadas después de 54 años, el restablecimiento formal de las relaciones bilaterales plenas después de 54 años de hostilidad.
Ninguna novedad bajo el sol, pues esa noticia ya es presa de la historia, cuyas tonalidades y matices ya son impropios de la Guerra Fría. Y Cuba se animó a comenzar sus actos de diplomacia a través de una de sus creaciones más conocidas alrededor del orbe, el mojito.
Justamente ese día, en un pequeño bar abierto hace ya cuatro años en un recodo de la embajada cubana en Washington, cuyo nombre está emparentado de lleno con la bebida de marras, desfilaron medio millar de vasos con ese líquido de turbio verde y sabor exótico, un tanto rebajado de alcohol para no generar un efecto que transforme, en una fiesta inapropiada, un encuentro diplomático que se abría brecha en la historia.
"La bebida fue disfrutada tanto por los anfitriones, empezando por Bruno Rodríguez, el primer ministro de Relaciones Exteriores de Cuba que visita Washington en más de medio siglo, como por sus invitados estadounidenses. Entre ellos estaban el asesor del presidente Barack Obama, Ben Rhodes, pieza clave de los 18 meses de negociaciones secretas que llevaron al anuncio conjunto de normalización de relaciones del 17 de diciembre, o la secretaria de Estado adjunta Roberta Jacobson. No muy lejos se paseaba, sonriente, Josefina Vidal, la jefa de la delegación cubana que negoció con Jacobson desde enero los términos para hacer posible la reapertura de embajadas este 20 de julio”, describe el ambiente Silvia Ayuso, corresponsal de El País de Madrid, en una deliciosa crónica del evento.
Hemingway, uno de sus mentores en el siglo XX
Justamente, el diario El País bautizó este acto como la "diplomacia del mojito”; nada más preciso, pues el bar que recibía a los invitados tenía el nombre legendario de Ernest Hemingway, además de escritor sin par, un bebedor de densa bohemia. Fue el escritor quien hizo famoso el mojito y los lugares donde se lo podía tomar en la antigua Habana, allá por las décadas 20 y 30 del siglo pasado, tiempos oscuros de Ley Seca en Estados Unidos.
Esa era una de las razones por las que, según refieren algunos cronistas de la época, ciudadanos estadounidenses eligieran La Habana como un destino para beber a sus anchas. Hemingway era uno de ellos, cuando apenas superaba la veintena de años, eligió a la Bodeguita del Medio como el bar en el que disfrutaba su mojito, y en el que hoy en día figura un cartel, según muchos escrito a mano por el propio escritor, en el que se encuentra la célebre frase: "My mojito in La Bodeguita, my daiquiri in El Floridita”.
Hoy en día, el mojito no remite su fama a tan literaria referencia. Se dice que la coctelería se ha expandido como una tendencia globalmente, que ha atrapado a los más jóvenes, pues se trata de bebidas suaves, dulces y que pueden ser tomadas por casi todo el mundo. El mojito se inserta en este estilo de vida. Pero a ello se han sumado otros hechos mediáticos que han aportado a su fama actual.
Hasta James Bond
Algunos, como el argentino Ignacio Rivera, periodista del sitio de tendencias Planeta Joy, dicen que hasta hace poco más de tres lustros la bebida apenas entraba en el top of mind de quienes pedían cócteles y bebidas en las barras de los bares, discos y pubs de moda. Pero Hollywood ayudó para levantar su fama, o al menos así lo sugiere tenazmente Rivera.
Un tropicalizado James Bond irlandés la pidió allá por el año 2002, en uno de sus filmes (Otro día para morir) para ofrecerlo a una sexy morena, en un hotel cubano, cuando el bloqueo estadounidense y los harapos de la Guerra Fría todavía cubrían la relación entre ambos países. Pierce Brosnan y Halle Berry fueron los protagonistas de ese diálogo, que termina con la frase de Berry, quien, luego de probar su mojito, dice con insinuante picardía: "Me podría acostumbrar a su sabor”.
Según este sitio, ahora en Argentina, el mojito está entre los top three de los tragos que se piden en las barras de ese país. ¡Vaya logro, James Bond!
Una de piratas
El origen del mojito está relacionado con los piratas. Todos coinciden en que fue el corsario Sir Richard Drake -subordinado de Sir Francis Drake corsario de la corona inglesa- quien lo preparó por primera vez. Fue a finales del siglo XVI cuando se preparó la primera versión conocida de una bebida que llevaba aguardiente (ron crudo, sin envejecer) de baja calidad, con azúcar, lima, menta y otras hierbas.
De acuerdo con la enciclopedia más famosa de la web (Wikipedia) el aguardiente aportaba calor, el agua diluía el alcohol, la lima combatía el escorbuto (deficiencia de vitamina C, enfermedad típica de los marineros de entonces que pasaban meses en la mar sin tomar fruta fresca), la menta y las hierbas refrescaban, y el azúcar permitía digerir esa mezcla. Lo tomaba Sir Francis Drake después de sus batallas mientras contaba las monedas de oro que formaban el codiciado botín.


En Bolivia, de la mano de Dalton
Dalton, barman de Club Plan B (anteriormente de Mojitos), ubicado en la calle Juan José Pérez, 268, en la ciudad La Paz, asegura que cada noche en ese centro de diversión se vende cerca de un centenar de Mojitos clásicos de Cuba.
En Bolivia es aceptado positivamente y es el trago favorito de mucha gente; de acuerdo con Dalton, los bartenders bolivianos e internacionales lo preparan siguiendo la tradicional receta de Cuba.
"Para preparar el mojito primero se debe poner en un vaso un tallo de hierbabuena que tenga bastantes hojas, acompañada de jugo de limón, cucharas de azúcar y hielo; luego, se macera sin dañar las yerbas, se pone el ron blanco y finalmente agua con gas”, cuenta Dalton.

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