EXQUISITOS VINOS COCHABAMBINOS PARA PALADARES EXIGENTES | MARQUEZ DE LA VIÑA ES UNA BODEGA BOUTIQUE QUE TRABAJA CON VINOS SECOS, DULCES, TINTOS, BLANCOS, ADEMÁS DE SIDRA, SINGANI Y CERVEZA ARTESANAL EN VINTO.
Coronilla fue el nombre con el que se inició la bodega de vinos en Vinto, que pasó a manos de la familia Mérida. Desde el 2014 se da fuerza a la marca Marquez de la Viña, a cargo de Evelyn Mérida y Roberto Ketter, especialistas enólogos.
“Nuestros vinos son hechos con uvas de Bolivia, especialmente de Cochabamba, la historia de la bodega comienza hace 60 años aproximadamente cuando la inició un italiano de apellido Boero, su familia no siguió con la tradición de los vinos y mi abuelo, Avelino Mérida, que era su mano derecha, compró las acciones. Posteriormente, mi padre, Tito Mérida, siguió con el negocio y yo sería la tercera generación, soy ingeniera de alimentos y fui a Chile a hacer una maestría en enología.”, cuenta Evelyn Mérida.
“La especialidad de la enología es saber degustar, hacer los análisis y con estos medios crear buenos vinos; partimos con los cubos de madera, pero ya tenemos inoxidable, encargamos barricas de roble francés y el año pasado partimos con nuestra línea de colección. Tenemos Cabernet de Cochabamba con un Bivarietal, Tannat, Malbec, Syrah y Bonarda”, cuenta Roberto Ketter, enólogo asesor de esta bodega.
LA BODEGA
La bodega trabaja con vinos secos, dulces, vino blanco o súper dulce, vino áspero, sidra y un vino que ha tenido muy buena aceptación en la juventud, que es el evita vino rosado, además de realizar singani y cerveza artesanal.
“Todo el tiempo hacemos experimentos y lo que nos apasiona es nuestra nueva línea de colección, un enfoque nuevo que le dimos al vino. Partimos con la idea de llegar a los supermercados y tiendas grandes pero nos costó entrar porque hacemos solo cerca de mil botellas, trabajamos con el concepto de bodega boutique que es una bodega pequeña pero la idea es hacer un vino de alta calidad. Por ahora solo vendemos en hoteles y restaurantes de turismo como la Taberna del Español, Degustibus y Gustu, para que la gente extranjera pruebe un vino cochabambino”, dice Ketter.
Márquez de la Viña ofrece vinos cochabambinos de alta calidad para acompañarlos con queso y diferentes platos.
“Por ejemplo, para mí depende el vino para acompañarlo con la comida, pero la línea de colección me gusta mezclarla con platos bolivianos; cuando yo llegué aquí me llamó la atención que los acompañen con chicha o cerveza, el vino es ideal para un pique macho o un chicharrón, creo que acompaña mejor que una cerveza o chicha”, dice Ketter.
Márquez de la Viña se diferencia de los vinos cochabambinos en el sabor ya que no son tan dulces sino más secos, pasados por barrica de roble francés, son vinos que tienen bastante madera pero que están balanceados con la fruta.
“Buscamos un balance entre la fruta y la madera, si lo dejamos un año en barrica se hubiera quedado solo madera, nosotros los vamos probando para que el vino tenga un toque de medra y también sabor de la fruta. La idea es que tenga especialmente el aroma de la fruta”, dicen los expertos.
PROCESO DEL VINO
“El proceso de fermentación en un tinto debe durar siete días, nosotros aparte de que fermente lo tenemos cerca de un mes en barrica en contacto con las pieles, es lo que llamamos maceración, lo dejamos macerando para que tome el sabor y el color de la uva. En total, el proceso dura de seis a nueve meses dependiendo si le vamos a dar al vino un toque de barrica francesa, eso dura un mes, dos meses o tres meses más, dependiendo del vino, nosotros trabajamos con uva de todo Bolivia, siempre le damos preferencia a la de Cochabamba”, explica Ketter.
“No se puede hacer vino con cualquier uva, solo con uva vinífera, hay distintas variedades. La uva de vino es pequeña con la cáscara gruesa y con pepa. En la piel está el color y el sabor; si tratas mal a la parra, produce menos uva y más pequeña, esa es la mejor uva para el vino porque la planta cree que se va a morir y tira todos sus recursos para perpetuar su especie y ahí es donde nosotros aprovechamos”, explica Ketter.
“Una vez que fermentan los vino los traemos a las cubas de madera. El 2014 hemos traído las barricas de roble francés; de momento tenemos solo cuatro pero hacemos la selección de los mejores vinos porque no cualquier vino puede ir en este tipo de barricas. Trabajamos con Cabernet, como 300 plantas, y hacemos aproximadamente 800 botellas de Cabernet, le damos un paso de tres o cuatro meses, no queremos un vino demasiado maderizado, sino que esté balanceada la fruta y el roble”, indica Mérida.
“En el caso del vino tinto, el grano entero entra a fermentar, en el caso del blanco, solo el jugo y no la cáscara. Nosotros elaboramos nuestros vinos a micro escala, tenemos todo para elaborarlos pero en menor volumen”, indica Mérida.
“Hemos hecho contacto con gente de La Paz y posteriormente queremos entrar a Santa Cruz. En Santiago de Chile aprendimos la técnica que es la guarda en roble y aprendimos que el mejor vino no se hace de manera industrial, se hace desgranando personalmente la uva una por una, el proceso es todo manual, artesanal moderno, muy bien cuidado en cuanto a higiene y fermentación en cubas de madera de guarda de roble francés, ese es el mejor vino de Chile no se necesita de gran tecnología”, indica.
“El 2014 hicimos vinos más ligeros, el 2015 van a ser más concentrados, cada año hacemos mezclas, este año hicimos un Moscatel que llegó de La Paz y lo pusimos en roble; generalmente el blanco no se trata en roble, van a salir como 300 botellas, es un vino frutal, cuando lo pruebas, ese rato no sientes la madera, sino después de un momento te entrega todo ese gusto, tiene tres meses en roble solo para darle un toque”, asegura Mérida.
En las bodegas boutique influye mucho la técnica del enólogo y como quiere hacerlo, las bodegas grandes ya tienes un estándar donde no puedes salirte mucho porque ya tienen un mercado fijo, en cambio en la bodega boutique hay variaciones, aseguran los expertos.
“El tema del vino es un arte porque cada año es muy distinto, en años lluviosos la uva viene más inmadura, los más cálidos viene más madura y tratar de mantener siempre la calidad es el trabajo del enólogo, con la uva que tenga tienes que tratar de hacer el mejor vino. Se trata de versiones distintas cada año porque es difícil mantener el mismo cuerpo todo el tiempo. El enólogo es el artista”, explica Mérida.
“Tenemos muchos planes con la bodega, queremos que sea un centro turístico y que enseñemos a la población sobre el vino y su proceso. Queremos seguir con la marca de colección para que el vino sea cada vez más conocido y la gente se anime a probar nuestros vinos cada año”, concluyen.
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