El desafío de vencer dificultades, en lugar de ser un factor en contra, para muchos emprendedores es un gran estímulo para crecer. Y, dependiendo el tipo de negocio, muchos de estos visionarios no son testigos del resultado de su trabajo, sino que dejan un legado para sus familias.
Ésas son las características de la bodega boutique La Casona de Molina, situada en el valle de Camargo, Chuquisaca.
Su historia data de lo años 50 años, cuando el abuelo Martín Molina comenzó a elaborar sus primeros vinos en su propiedad en la Angostura, en la cuenca del Río Grande en Camargo (provincia Nor Cinti de Chuquisaca), a partir de cepas tradicionales como la misionera y la vischoqueña, con tecnología artesanal para consumo propio y de sus trabajadores.
En 1970, su hijo Ruperto Molina tomó en arriendo una de las propiedades más representativas del Río Chico, El Morro (Camargo). Y en 1998, su nieto Mario la adquirió con la visión de continuar con el legado de su abuelo y de su padre, para convertirla en la primera bodega boutique del sur y del país.
Las bodegas boutique trabajan en un número reducido de hectáreas y , por tanto, generan una menor cantidad de vino, aunque con gran dedicación y esmero. Asimismo, es un término que está relacionado con el enoturismo y no sólo centrado en la producción y venta de vino. Es decir, son bodegas que ofrecen una experiencia que combina gastronomía y cultura en un ambiente relajado y tranquilo.
Retos que motivan
"Comenzamos en el peor momento que vivía el valle de Cinti, pero ello mismo permitió implantar nuestro sueño de convertirnos en la primera bodega boutique del sur y de Bolivia”, afirma Mario.
Su viticultura mermada, su bodega en ruinas y el mercado creciente con alta competitividad eran grandes dificultades. "Iniciamos con salvar las pocas plantas típicas, restaurar la bodega con tecnología de punta, como parte de la revalorización de nuestra cultura y patrimonio arquitectónico”, recalca el empresario camargueño.
Después, iniciaron las gestiones para que el Estado los proteja con una denominación de origen y lo lograron recién en 2014. Ésta es el escudo para que La Casona de Molina ingrese al mercado, se posicione y llegue a sus selectos consumidores con vinos de alta calidad, identidad y marca.
La capacitación y la innovación son prioridad. Hace pocos días, Mario Molina visitó Mosel (Alemania), región andaluza de las denominaciones de origen Jerez, Montilla y Huelva, y Burdeos (Francia), para seguir capacitándose y de traer más innovaciones.
El sello que diferencia
El desafío de ingresar a un mercado tan competitivo como el del vino fue vencido tras un estudio de mercado en el eje de Sucre y Tarija, mediante el cual identificaron su mercado en función del perfil de producción de su marca.
"Nuestra producción está dirigida a los segmentos (de ingresos económicos) medio y alto, a personas con alta cultura del vino y vitivinícola. Estos clientes prefieren que el producto sea entregado y exclusivo. Hoy el transporte, los medios de comunicación, las redes sociales y la banca por internet lo permiten”, explica Molina.
Los productos de La Casona de Molina son exóticos y singulares porque provienen de cepas únicas como la misionera, la vischoqueña y la moscatel de Alejandría, con más de 450 años en el valle de Cinti; esto implica una previa adaptación al clima, suelo, agua y manejo tradicional del viñedo.
El resultado son uvas con sello de origen que son llevadas a la bodega para su transformación en vinos puros y selectos, con tecnología de punta (una despalilladora, fermentadores con temperatura controlada y un fraccionador con filtro de inox). Además, la guarda para vinos de reserva se hace en barrica de roble francés.
Producción
En 2005, esta bodega boutique inició su producción para comercialización con 200 botellas de cada uno de sus cinco tipos de vino, es decir, cerca de mil botellas. En la cosecha 2015 produjeron 10.000 botellas de vino blanco Moscatel de Alejandría, el cual fue premiado en la última Feria Nacional como el mejor vino blanco; además de 5.000 botellas de vino tinto misionera, 500 de vino tinto vischoqueña y unas mil entre Cabernet Sauvignon, Tannat, Merlot y Sauvignon Blanc, totalizando unas 16.500 botellas.
También incorporaron al portal de vinos el Rosse Syrah con mil botellas y un vino dulce tipo oporto con otras mil botellas, con lo que llegaron a 18.500 unidades.
Hoy Mario Molina es un referente del valle de Cinti; gracias a su perfil de agrónomo especialista en enología, viticultura por la Universidad Católica de Chile, agronegocios y por ser presidente fundador de la Asociación de Bodegueros de Cinti (ASOBOC).
Los interesados en conocer más de esta empresa pueden escribir a los e-mails marmol_12@msn.com, lacasonademolina@yahoo.com o llamar a l celular 72943850.
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