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lunes, 31 de julio de 2017

Iván Bluske: Es ‘tan bueno’ el vino boliviano que preocupa a otros países



— ¿Para usted, qué es el vino?

— Es una bebida maravillosa mezcla de arte, tecnología y mística. Es una bebida noble que representa la identidad de quien la produce y de la tierra de donde proviene.

— ¿Cómo está la producción?

— Gratamente, ha crecido, no solo en volumen sino en calidad, hoy en día se elaboran grandes vinos en Bolivia. Hoy no hay vino boliviano malo, hemos superado esas etapas cuestionables de hace 30 años, yo diría que son finos y de alta gama, favorecidos notablemente por las condiciones climáticas y la altitud donde se cultiva la materia prima. No hay duda, si uno tiene buena materia prima tendrá un buen producto final.

— ¿Cómo están las cepas?

— Es un tema complejo, muchas de las cepas fueron traídas en la colonia y se difundieron a lo largo y ancho del continente, pero hoy Bolivia entró en un proceso de renovación de su material genético, aunque no tenemos los medios y conocimientos tan profundos como para ese trabajo; existen laboratorios donde se reproducen plantas para elegir los mejores patrones, tanto para el suelo como para la variedad. En Bolivia padecemos un problema: la filoxera de la vid (un pulgón) que es un flagelo para los viñedos, por eso traemos plantas seleccionadas de Francia, injertadas con material vegetal que tiene una selección clonal, eso hace que a determinado pie —lo que va en el suelo— la yema que injertamos tenga afinidad, lo que nos da la seguridad de que (el pulgón) no atacará y que la vid crecerá libre de virus con material vegetal certificado. Por ello ahora vemos los resultados, muchas empresas tienen plantas certificadas y los vinos son excelentes.

— ¿Qué plus tienen nuestras tierras para la uva?

— Un plus importante: la altura, estamos hablando de los viñedos más altos del mundo. A la altitud que producimos la uva tenemos mayor radiación de rayos ultravioleta en el ciclo de maduración, lo que hace que la materia colorante de la uva evolucione con más intensidad; además, los mismos rayos hacen que los precursores de los aromas se encuentren en mayor cantidad en estado vivo. A comparación de Argentina y Chile, donde el viñedo más alto está en Tupungato (Mendoza), a 900 metros sobre el niel vel mar, en Bolivia tenemos viñedos sobre los 3.000 metros de altura y cultivamos a 1.850 o 2.000 metros. Si Tarija estuviera a nivel del mar sería trópico, por tanto la altura es un factor de corrección climática que favorece al cultivo de la vid.

— ¿A qué distancia de los vinos chilenos y argentinos estamos?

— Diría que estamos para competir de igual a igual, y pongo un ejemplo muy claro: estamos en un nivel tan bueno que ya somos un país que causa preocupación a otros. El caso específico es que hemos introducido como variedad, allá por 2000, la uva tannat, que era exclusiva de Uruguay donde halló un buen lugar para desarrollarse a nivel del mar logrando vinos de excelente calidad, pero resulta que esta variedad encontró en Bolivia mejores condiciones para su producción. Hoy podemos darnos el gusto de decir que los vinos bolivianos hechos de la variedad tannat, como el caso de Aranjuez, están a la par de los uruguayos, es una competencia tan de cerca que deben preocuparse. Hace poco, Aranjuez obtuvo una medalla de oro en el concurso los Tannat del Mundo, donde participan los pocos países que los producen, Uruguay, Bolivia, Chile y Argentina. La calidad alcanzada tiene que preocuparles.

— ¿A nosotros como bolivianos qué nos preocupa?

— El contrabando, se viene luchando hace años contra eso pero no es efectivo. No sé el motivo pero la única respuesta fue potenciar la calidad del producto, un esfuerzo netamente de los productores. Siempre hay contrabando, bajó un poco pero seguimos vulnerables, llegan vino y uva de mesa de Chile o Perú, se trae la uva de descarte, es preocupante, ¿dónde están los controles fitosanitarios?, las organizaciones deben enfrentar esto para proteger al mercado y la industria local.

— ¿Qué desafíos tienen los productores en este momento?

— Uno de los problemas fundamentales es que los créditos son inaccesibles, no hay una política crediticia que favorezca al productor. Cultivar una viña no es como que un comerciante salga a vender y pague su deuda, para que un viñedo entre en etapa de producción necesita cuatro años de inversión. Otro tema es que sus propiedades sirvan de garantía, el sistema financiero pretende como mínimo tener un terreno en la plaza principal como aval cuando es gente de otro nivel. Las que están trabajando bien son ciertas financieras pero tienen escasos recursos para prestar, fían solo de 1.000 a 3.000 dólares.

— ¿Y cómo está la motivación de los empresarios?

Los empresarios del vino en Bolivia sobreviven y hacen inversiones con mucho esfuerzo, los financiamientos son escasos y a costos elevados, habría que diseñar una política de desarrollo para la industria vitivinícola.

¿Tenemos tecnología?

Tenemos buena tecnología, aunque claro que, como todo en este campo, lo que hoy es lo último en meses ya no sirve; en esta industria no es tan corto ese tiempo, pero no hay que descuidarse porque los equipos quedan obsoletos y se deben incorporar nuevos.

¿Cómo desafía el mercado?

El consumidor marca ciertos criterios, el vino es como la moda, hay aspectos que cambian de un año a otro. Hay temporadas que la gente prefiere el vino sin madera, degusta más las notas frutales, pero de repente invierte ese gusto y el productor debe estar preparado para enfrentar el desafío que plantea el consumidor. Lo veo seguido en concurso y muestras internacionales, en catas de vino, donde la tendencias son distintas.

— ¿Qué debe hacer Bolivia con el vino que está produciendo?

Bolivia tiene toda la capacidad de salir a todos los mercados externos, yo creo el mayor problema en este caso apunta a los altos costos de producción, que afectan muchos otros aspectos.

Pérfil:

Nombre: Iván Bluske

Profesión: Enólogo

Cargo: Consultor internacional en enología

Un enólogo con experiencia internacional

El boliviano es miembro del jurado internacional de la Organización Internacional de la Viña y el Vino y de la Unión Internacional de Enólogos. Además pertenece a la Federación Internacional de Journalistas y Escritores del Vino y es miembro del staff de la revista austral Espectador de Argentina. Consultor internacional en enología y gerente general de la Empresa de Servicios y Provisión de Insumos Vitivinícolas e Industriales Blusic. Fue presidente de la Asociación de Enólogos de Bolivia. Es coautor del libro

La vitivinicultura americana y sus raíces, editado en España por el Ministerio de Agricultura, Caza y Pesca de ese país europeo. Participó como jurado en diversos concursos internacionales.

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