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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Manual de bebidas para las fiestas



Llegamos a las fiestas de fin de año y todos los esfuerzos que hicimos durante el año para perder (o mantener) el peso y cuidar nuestra salud, se pueden ir por la borda con unas cuantas copas de más. Estas son los consejos para evitar las malas consecuencias del alcohol en nuestro organismo.

No nos mintamos: lo más probable es que estas navidades te pases un poquito con el alcohol. Y es que las incontables citas que vienen como avalancha son características de estas fechas, y muchas de ellas incluyen barra libre. Con amigos, compañeros de trabajo, familiares o tu pareja… tratamos el tema de las copas de más y en este caso lo mejor es prevenir que lamentar.

La experta en nutrición Beatriz Larrea asegura a la revista Vogue que (como nosotras en M) no está nada de acuerdo con beber en exceso, pero es consciente “de que a todos nos pasa de vez en cuando”. Es por este motivo que la autora del libro ‘Detox para cambiar tu vida’, da algunos consejos prácticos para contrarrestar las malas consecuencias que la bebida provoca en nuestro cuerpo, y por supuesto, evitar la temida resaca del día después.



“Nunca bebas alcohol con el estómago vacío”

Si bebes 2 o más horas después de haber comido, el alcohol llegará antes al torrente sanguíneo acuciando sus efectos negativos. Un estómago lleno permite que el alcohol llegue de forma más lenta y gradual –las grasas retrasan su absorción–, resultando menos tóxico para nuestro organismo. Teniendo en cuenta los festines alimenticios que suelen preceder a las copas en esta época del año, no debería ser una regla demasiado difícil de cumplir.



El agua es la clave

Es posible que ya hayas puesto en práctica alguna vez este sencillo truco. Pero la realidad es que, en muchas ocasiones, no lo hacemos porque las copas “nublan” nuestra memoria. Beatriz Larrea nos recuerda que una de las principales razones por las que nos sentimos mal después de beber es porque el alcohol deshidrata el cuerpo y el cerebro. De hecho, esa es la causa del dolor de cabeza. Así que intenta beber bastante agua entre copa y copa (¡no vale con los hielos!), y cuando vayas a dormir, una botella grande entera.



Dime que bebiste y te diré cómo te sentirás

Según la experta, “hay ciertos tipos de alcohol, como el ron o el coñac, que tienen sustancias sumamente tóxicas llamadas ‘congéneres’, que aumentan la carga tóxica que el cuerpo debe eliminar”. Las mejores alternativas son el vodka con agua, que es menos ‘sucio’ porque solo contiene agua, alcohol y algunas impurezas.



Olvídate de los refrescos

Sí, sabemos que los cubatas son tradición. ¿Eres de ron con limón, ginebra con tónica, naranja con vodka o whisky con Coca-Cola? Sea cual sea tu combinación preferida, te invitamos a cambiarla desde ya. “Evita acompañar el alcohol de bebidas azucaradas, ya que incrementa el daño al cuerpo y van sumando calorías. Mejor acompaña con soda”, recomienda Beatriz Larrea. Tal y como explicábamos en el anterior punto, el agua es la otra alternativa menos nociva a la hora de mezclar el alcohol.



Benditos antioxidantes

La experta recomienda tomar un suplemento con antioxidantes y una fórmula que ayude a limpiar el hígado. “El cuerpo procesa el alcohol como una toxina de gran potencia, por lo que requiere toda su atención y energía”, desvela. Y las consecuencias no son buenas. Tal y como explica esta nutricionista holística, “cualquier alimento o bebida azucarada que consumas mientras estés tomando alcohol se acabará convirtiendo en grasa sí o sí, ya que el cuerpo está muy ocupado procesando y eliminando lo que percibe como letal. ¿Y qué pasa cuando el cuerpo ya no puede procesar más? Que ya estás borracho o, dicho de otra forma, intoxicado. Cuanto más alcohol tomes más antioxidantes necesitarás”.



El ritmo importa

Y para finalizar, te damos otra verdad universal: no es lo mismo tomarse las copas con calma que bebérselas como si fueran agua. “El alcohol hay que beberlo con moderación. No más de 1-2 copas por hora, que es lo que el cuerpo puede desintoxicar”, asegura la experta. Con esta premisa, nunca está de más calmar la sed con otras bebidas menos perjudiciales y pasar después al vino o a la cerveza.



¡A BEBER AGUA CON GAS!

Un agua con gas acompañada de hielo y una rodaja de limón… no hay nada más chic y sano… que además ayude a bajar de peso. Y es que si sustituyes las bebidas que habitualmente tomas (ya sea limonada, Coca Cola, vino o cerveza) por agua con gas, seguro que perderás peso. Y no hay mejor momento que ahora para comenzar a hacerlo, ¿cierto?

Patricia Cuesta, directora técnica y nutricionista del Centro Oxigen de Barcelona y la doctora Paula Rosso, nutricionista del Centro Médico Estético Lajo Plaza, opinan que esta medida es una buenísima opción ya que, al beber agua, que es muy importante, nos quitamos las calorías y los efectos perjudiciales del alcohol. Por otro lado, obtenemos los beneficios del agua con gas (obviamente, siempre que sea con moderación).

Porque no solo hablamos de su poder hidratante, del efecto saciante que provoca el gas en nuestro organismo –ideal para controlar el hambre en cualquier dieta de adelgazamiento– o de su nulo aporte de calorías. El agua con gas tiene tantos beneficios para la salud que cuesta creer que todavía no se haya convertido en la nueva bebida de moda. “Es muy recomendable para facilitar las digestiones pesadas, pues estimula la secreción de los jugos gástricos; es bueno para la salud coronaria, ayuda a regular la presión arterial y el azúcar en sangre”, revela Patricia Cuenca.

Pero la lista de bondades no termina ahí. “Ayuda a controlar la presión arterial, favorece la eliminación de sodio a través de la orina, reduce el riesgo de padecer enfermedades coronarias, ayuda a controlar los niveles de colesterol y facilita las digestiones estimulando la secreción de ácido gástrico”, revela la doctora Paula Rosso. Incluso, un ensayo clínico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicado recientemente, afirma que el consumo habitual también contribuye a reducir el riesgo de enfermedades metabólicas crónicas como diabetes, obesidad, osteoporosis o hipertensión.

Pero, como todo, siempre hay un lado no tan bueno: no está recomendada para todo el mundo y es importante controlar su consumo. “No es recomendable su ingesta a aquellas personas que sufran de reflujo esofágico, hernia de hiato o aerofagia (acumulación de gases en el estómago), pues les puede producir malestar”, explica la directora técnica de Oxigen Barcelona. Las que padecen colon irritable o EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) también deberían evitarla. Para el resto, 2 vasos de agua con gas en las comidas son más que suficiente. “Es importante tomar un total de 1,5 ó 2 litros de agua al día. Para aquellas personas a las que les es imprescindible, les recomendaría que alternaran su consumo con agua no carbonatada, alrededor del 50% sin gas y 50% con gas, para así evitar el acúmulo de gases y su consiguiente hinchazón”, aconseja Patricia Cuenca.

Y no olvides, no es lo mismo agua mineral gasificada naturalmente, que contiene el ácido carbónico desde el manantial, que el agua a la que posteriormente se le ha añadido ácido carbónico”, apunta la doctora Paula Rosso. Sea como fuere, los efectos de ambas son igualmente positivos, siempre y cuando controlemos las cantidades que bebemos.




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